Testimonio de una mujer infiel: …y se estropeó el ascensor

Te presentamos el testimonio de Loles (nombre cambiado por razones de privacidad), 37 años, de Santander. Nos ha contado cómo engañó a su marido después de 15 años de matrimonio con su jefe. Lee por qué Loles se ha convertido en una mujer infiel.

Loles es una mujer infiel de Santander y miembro de Mujeres Infieles

Hola: soy Loles, tengo 37 años y soy de Santander. Mi historia es un poco fuerte, pues al no ser por el ascensor, no me habría enrollado en la vida con mi jefe. O quizá sí, no lo sé. Vamos, soy una mujer infiel.

El caso es que llevaba ya 8 años en la empresa donde sigo trabajando actualmente, y mi jefe siempre me había gustado. Teníamos los dos nuestras vidas, matrimonios, niños y casas, pero había “feeling”. Nos entendíamos bien, en momentos tranquilos nos contábamos cosas de casa y nos gustaban incluso las mismas series. En fin, nos entendíamos bien.

Yo trabajaba con el en su departamento, el despacho jurídico de una empresa bastante grande aquí en Santander. Había que viajar de vez en cuando, la mayoría de veces en su coche. Reconozco que a mí me encantaban estos momentos, pues era como un oásis: me escapaba de casa, con una persona que me hacía reír, y me olvidaba de las penas.

Nos quedamos atascados en el ascensor de un hotel de Barcelona

Un día viajamos a Barcelona, para una reunión con un cliente muy importante del Prat. La agencia de viajes me malentendió y nos reservó un hotel en pleno centro. Estuvimos todo el día de reuniones y negociaciones para determinar el contrato, y al final del día nos fuimos a cenar con el cliente, a un restaurante de lujo.

En la cena me pasé un poco de vino y de cava, estaba contenta, habíamos conseguido lo que nos habíamos propuesto, y Sergio estaba contento también. Había chispa, había algo mágico esa noche… no sé. El caso es que nos volvimos al hotel, yo muy contenta de las copas. No queríamos despedirnos, decirnos buenas noches, estábamos buscando pretextos para pasar más tiempo juntos esa noche, y nos fuimos al bar a hablar y tomar algo más. Me sentía bien, me sentía mal, me sentía como se debe de sentir una mujer infiel antes de engañar a su marido la primera vez.

Yo tenía la habitación en el 4º piso, Sergio en el 5º. Nos subimos juntos al ascensor y yo estaba muy triste de que se terminara ese momento de estar juntos, sólo los dos. Y os lo creáis o no, el ascensor se quedó atrapado. Se puso una luz de emergencia, y Sergio iba a avisar a los técnicos… pero se lo pensó mejor.

Me dijo: “Loles, esto es una señal del cielo. Yo no quiero que esta noche se termine así, cada uno sólo en su cuarto. Yo quiero estar más tiempo contigo…”

Fue como si 1000 mariposas a la vez se pusieran a volar dentro de mi estómago. Dejé atrás mi mala conciencia y lo besé. Cuando arreglaron el ascensor, a los 40 minutos, Sergio y yo ya habíamos hecho el amor. Digo conscientemente “el amor”, pues fue lo que sentía yo en ese momento. Me había convertido en una mujer infiel, sí, pero sentía atracción por Sergio, eran unos sentimientos que no puedo describir. Todavía siento un aleteo cuando pienso en ese momento.

Vuelta a casa, vuelta a la normalidad

Pasamos la noche juntos y volvimos al día siguiente en su coche hasta Santander. Estábamos melancólicos a la vuelta. Teníamos claro que había sido un momento único y mágico. Sergio tenía mala conciencia, y yo pensaba en un artículo de alguna revista femenina que había leído, sobre una mujer infiel que lo había perdido todo por ceder a tener una aventura.

Pero también os puedo decir que no me arrepiento. Sergio y yo seguimos trabajando juntos y nos tenemos un cariño especial.

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